El primer día que me sentí mamá fue el jueves 04 de junio de 2009, había mucho trabajo y estábamos es una reunión de sexualidad en el Hotel Melia. Tenía 6 meses de embarazo y Paloma ya había comenzado a moverse desde el tres de mayo, en un momento sentí un poco de dolor y me senté, un rato después me volvió dar una punzada y cuando fuí al baño, las cosas no andaban bien.
Me espante un poquito y comencé a llorar, me acuerdo que cerré los ojos y comencé a decir en voz alta: "¿Qué pasó Palomita?" "Por favor Palomita, por favor, quédate conmigo" "Te juro que no vuelvo a arriesgarme Paloma, ya entendí" y me dí cuenta que mi hija a la que todavía no le había visto la cara, ya era lo más importante para mí y que la más mínima posibilidad de no poder tenerla, me generaba una angustia terrible, como nunca la había experimentado (y miren que soy experta en angustiarme).
Si se fijan mis ojos siempre están viendo para abajo, mi mejor libro no existe, mi mejor canción son las que me recuerdan a Paloma, a Alicia García, a Elena, Anna Paula, Ansgard, Emilianna, Georgina y Alicia. Mi mundo es chiquito, chiquito, mi mundo son ellas y ellos y cuando alguno no anda bien mi corazón se acongoja y siento ese dolor, no es dolor es como sí el corazón se me hiciera chiquito, como que me aprieta.
Mi trabajo es privilegiado pero a veces lo odio, a veces estoy en el trabajo y quiero irme a mi casa a leerle un cuento a Paloma, quiero llevarla al parque, quiero jugar con ella, quiero no estar cansada...pero qué derecho tengo yo a quejarme de algo que TODAS hacemos, todas cuidamos lo mejor que podemos, todas damos lo mejor de nosotras y todas nunca acabamos, todas dejamos de ser nosotras mismas y comenzamos a preocuparnos por un futuro lejano, todas vamos a diferentes lugares pensando en los que dejamos, todas rogamos porque quienes los atienden los vean como a sus propios hijos, todas esperamos que un rayo baje del cielo e ilumine a quienes nos gobiernan, les ablande el corazón, nos vean como seres humanos...todas amamos profundamente y todas quisiéramos estar en nuestras casitas, grandes o pequeñas abrazando y besando a nuestros retoños...
Pero tomamos la difícil decisión de ser madres, decidimos hacer a un lado todo y nos aventamos al ruedo, dejamos atrás la comodidad.
Después tuvimos que volver a escoger: me quedo en la casa, dedico todo el tiempo a acompañar a mi muñeca/o pero acepto que dependo económicamente de alguien y que tendré algunas o bastantes limitaciones (seamos realistas estamos en México y son muy pocas las que tienen chequera abierta) o me voy a trabajar, contribuyo al gasto familiar pero me pierdo de 8 o 9 horas de la vida de mis hijos.
Ninguno de las dos es lo que esperamos, pero esa es la vida de quien decide ser madre en el siglo XXI, aquí, en Alemania o en China. Aún así nuestra vida es tan increíble tan maravillosa, tan cierta y tan llena de emociones como nunca lo había sido, lo juro.
1 comentario:
Que bonito escribes hermana, atinas a muchos sentimientos que yo no puedo expresar. El amor hacia nuestra familia yo tambien lo siento igual...y lo de ser mama y trabajar, es bien duro...tiempo, tiempo es lo unico que a veces ruego, tiempo para estar con mis ninyos...tu haz descrito perfectamente lo que uno siente y piensa, te mando todo mi corazon.
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