Pasó un sábado cualquiera en la tarde, pobres quedaron bien golpeados, quién sabe como venían pero se subieron a la banqueta, se llevaron la parada del camión y sólo el ficus los detuvo; parece que aventaron a alguien que estaba cerca, pero no le fue tan mal.
Eran como que europeos y sabiamente no se quisieron bajar del auto, pero todos estaban gritando que se bajaran...pedian sus cabezas ja, ja, ja,
Nacho y yo acabábamos de pasar por ahí y a los 5 minutos que regresamos ya estaba el relajo.
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